Magazine SLV. Artículo de opinión de Laura Ramos
A pesar de la tardanza del artículo, fue la mañana del pasado viernes 8 de marzo cuando centenares de enfermeras se concentraron en el Hospital La Paz para reclamar cambios en el trato que las distintas administraciones les dan. Quieren un cambio estructural en el que se reconozca mejor su nivel educativo alcanzado y en el que no se minusvalore su profesión por tratarse de una profesión muy feminizada, ya que los cuidados, profesionales o no, son considerados por buena parte de la población casi exclusivamente femeninos y eso contribuye a que el mercado laboral de la profesiones femeninas o feminizadas sea más precario y tenga menor consideración, como si se tratara de algo secundario.

Foto: SATSE
Como explica Cristina Velasco Luque, delegada y portavoz de del sindicato de enfermería SATSE, uno de los principales cambios que se quieren conseguir es eliminar la clasificación en dos subgrupos del grupo A en el Estatuto Básico del Empleado Público (EBEP). De esta forma, argumenta, se reflejaría mejor la evolución de la titulación universitaria de enfermería de diplomatura a grado universitario y sería mejor reconocida esta titulación a efectos de remuneración y carrera profesional de las personas que trabajan en enfermería.
El colectivo de enfermería considera que, además, esta clasificación en un subgrupo contribuye a alimentar los prejuicios y estereotipos sobre la profesión enfermera, minusvalorándola. El comunicado de SATSE también recalca que “destacan, entre otras discriminaciones y perjuicios la falta de reconocimiento a la dureza de sus condiciones y riesgos laborales, lo que les impide poder acceder a la jubilación anticipada voluntaria; sufrir estereotipos sexistas; un mayor número de agresiones físicas y verbales, y dificultades de conciliación”.
El manifiesto del 8M del colectivo de enfermería recalca un importante sentir de la profesión enfermera: “Cada día nos vemos obligadas a enfrentamos a la temporalidad, la inestabilidad, la sobrecarga laboral y emocional, pero sobre todo tenemos que convivir con la falta de reconocimiento a nuestro trabajo”
Cristina Velasco Luque comenta que en la profesión enfermera el 85% son mujeres, que trabajan en hasta seis especialidades y alguna más en desarrollo. Indica que, desde 2010 padecen una subclasificación en su estatus de personal empleado público inferior a la que corresponde y, de esta forma, se encuentran con los llamados “techos de cristal”, con una profesión no tan reconocida salarialmente como la de otras personas graduadas que trabajan en Sanidad en especialidades cercanas.
Apunta que las negociaciones están avanzando, pero de manera tímida y no se traducen en hechos y normativa escrita. El colectivo, comenta, ha respondido acudiendo de forma notoria al llamamiento del día 8 de marzo y añade que, si se quiere apoyar la causa del personal de enfermería, es bueno darles voz y difundir su palabra.
Considero fundamental, como redactora de este artículo, cuidar a nuestro personal sanitario y a la profesión de enfermería en particular. Han cuidado mucho de nosotros en momentos duros como la pandemia, muchas personas quieren dejar de trabajar dentro de nuestras fronteras por falta de reconocimiento. España tiene una formación universitaria sobresaliente en medicina y enfermería, no alimentemos una fuga de talentos a otros lugares donde puedan sentirse más reconocidas mientras puedan ser felices y desarrollar mejor sus proyectos profesionales siempre que sea esa la elección que preferirían y no permitamos que se “quemen” física y mentalmente por sobrecargas no reconocidas ni compensadas.
Laura Ramos
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