Magazine SLV. Artículo de opinión de Julio Gómez
El Real Madrid ha ganado al Barcelona este fin de semana por coraje, corazón y valentía. Tres virtudes que están en el ADN de este equipo en toda su historia. Actualmente ese cúmulo de bondades los acapara Jude Bellingham. En vez de nacer en Birmingham parece de Chamberí. Con sus dos goles tiró del carro y arengó a sus compañeros, una vez más. No ha salido de la cantera ni ha mamado desde pequeño lo que es este club, pero lo ha entendido de maravilla desde este verano. Luchar hasta el final y no rendirse nunca. Esto es el Real Madrid.
Foto: marca.com
El Barça mereció más premio en la primera mitad, pero no mató. En un partido de «niños contra hombres» ganaron los mayores. Ahí ayudó la entrada de Camavinga. Su trabajo de defensa y recuperación fue fundamental para explicar la remontada. Los Fermín, Lamine Yamal o Marc Guiu tendrán que esperar para celebrar un clásico. Se encontraron a un equipo más hecho y que se adapta a las mil maravillas a la táctica rival. Si hay que esperar el fallo se hace y si hay que tocar, igual. Ahí es vital Camavinga por su versatilidad. Es el factor definitivo para explicar que tiene el Madrid y el Barça no. Xavi, no pienses más.
¿Estará el Madrid celebrando un título importante en mayo? Cada partido que pasa a los de Ancelotti se les pone más cara de campeones de algo. En Liga llevan buen ritmo, con permiso del Girona. Los números invitan al optimismo. Sigue faltando un «9», pero nadie se acuerda de él, de momento. Es donde entra la figura de Bellingham. En algún momento se cansara de marcar. Es humano. Quiero ver ya a los blancos midiéndose contra colosos como el City o el Bayern. Si siguen tirando de casta pueden ser imparables. Una vez más no es favorito en Europa, pero pobre del que se enfrente a él. Tendrá que sudar mucho para matar a este grupo de jugadores dispuestos a todo.
Esto es el Real Madrid. Bellingham ya lo sabe. Le recomiendo a Mbappé que vea repetido el clásico del sábado. Igual aprenderá lo que es una entidad histórica con hambre para conquistar el mundo. Eso no lo compran los petrodólares.
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