4 de diciembre de 2024

Robot dreams, la ternura hecha película

Magazine SLV. Artículo de Laura Ramos

El domingo 3 de diciembre el teatro Adolfo Marsillach acogió dos películas de animación para cerrar con broche de oro la XVI Muestra de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián de los Reyes, de dos géneros muy distintos, pues es discutible que la animación sea un género en sí mismo. Este artículo va a centrarse en la primera de ellas, pues quien escribe no ha visto la segunda, por razones que no vienen al caso.

Foto: Miradas de Cine

Robot Dreams es animación sin palabras capaz de llegar a los corazones de personas de edades muy diversas casi con la misma fuerza. Tiene múltiples referencias cinéfilas y ello se observa en muy variados detalles de la película. En el tan maravilloso como la película coloquio posterior se mencionaron algunas de ellas. Como espectadora yo aprecié la obvia influencia de dos grandes películas de animación también mudas o casi mudas: Fantasía y Wall-E.

Robot Dreams se merece muchos premios, pero aunque no se hubiera llevado ninguno, es notorio que se trata de una película muy especial, por muchas razones. Como bien comentó Nacho Subirats, su ayudante de dirección, un detalle que la hace sumamente especial es el hecho de que su director, Pablo Berger, dotase de tanta humanidad a los personajes que se preocupase como probablemente nunca o poco antes en animación de las expresiones de los ojos y las respiraciones de los personajes, transmitiendo su emocionalidad de una manera singular. Robot dreams tiene, además, una música preciosa, que se acompasa perfectamente con las escenas y es parte de su magia.

Como apunta el diario EL PAÍS en su edición del domingo día 3 de diciembre, lo realmente importante de esta película es que trata del amor y no es tan importante el tipo o tipos de amores de los que trata como de su sinceridad y autenticidad. Lo más bonito de esta película es que es que es de estas capaces de reconciliarte con la humanidad y otros seres vivos en algún posible momento de pérdida de confianza en lo bello de la vida. Son tantos los detalles bonitos en las acciones de los personajes, en las sorpresas de la naturaleza, que se siente felicidad al verla y se siente que en esta vida hay mucho que apreciar y valorar.

No en vano, unas trescientas personas han participado durante aproximadamente cinco años en hacer realidad esta obra de arte y ese sumo cuidado se aprecia en cada píxel, en cada guiño, giro, en cada detalle. Pablo Berger dedicó un año entero a escribir el guion y este trabajo meticuloso ha dado grandes frutos. La adaptación al cine de la novela gráfica de Sara Varon es en parte mágica  por el sumo cuidado en contarnos la historia. Berger fue receptivo a las maravillosas aportaciones en detalles de Nacho Subirats, pero siempre sin salirse de ese esquema tan trabajado y establecido para hacernos llegar lo que se quería contar.

Así, esta película ambientada en el Nueva York de los años ochenta, no es una película sobre inteligencia artificial, sino sobre sentimientos, sobre lo que nos puede unir a todas las personas al margen de nuestra procedencia, creencias, formas de pensar o experiencias vitales y habla también de la soledad y el miedo a la misma con sumo respeto y con el sentimiento de que todo el mundo merece la oportunidad de sentirse querido o amado, pues eso siempre hará bien.

Sinopsis
Basada en la popular novela gráfica de Sara Varon. Dog es un perro solitario que vive en Manhattan. Un día decide construirse un robot, como amigo. Su amistad crece, hasta hacerse inseparables, al ritmo del Nueva York de los 80. Una noche de verano, Dog, con gran pena, se ve obligado a abandonar al robot en la playa.

Robot Dreams premiada en los premios del cine europeo fuente Cinemania

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Laura Ramos