Magazine SLV. Artículo de opinión de Laura Ramos
La XVI muestra de cine y derechos humanos de San Sebastián de los Reyes nos ha traído entre sus películas una apuesta arriesgada, pero plenamente acertada según parecía el sentir general de que quienes acudimos a verla: Segundo López, aventurero urbano, una película con fuerte personalidad dirigida por la directora Ana Mariscal (nombre artístico de Ana María Rodríguez Arroyo), que fue la directora con la carrera más larga y prolífica de forma continuada en los tiempos del Régimen franquista. Esta película, que cuenta con el trabajo del marido de la directora, como director de fotografía, tiene ingredientes del cine del neorrealismo italiano, una gran pulcritud en el cuidado de la imagen y montaje, una ausencia de artificios en la escenografía, pues no tiene más escenarios que los reales de la vida cotidiana, tanto en la calle como en los hogares y edificios y retrata fielmente cómo se veía la ciudad de Madrid en los años cincuenta, con algunos edificios y lugares fácilmente reconocibles en el Madrid que vemos hoy día.
Foto: Centro Virtual Cervantes
A pesar de todos estos ingredientes que hacen esta película sumamente interesante, el mayor valor de esta película es la humanidad con la que nos acerca a unos personajes que viven en los márgenes de la sociedad y son hábiles e inocentes al mismo tiempo, que luchan por superar las dificultades del día a día, se disgustan y a veces muestran su furia ante lo que sienten injusto, pero, en el fondo, son personas que no le desean el mal a nadie y están deseando compartir lo mejor de sí mismos con otras personas.
Resulta injusto etiquetar rígidamente a la directora y actriz Ana Mariscal por su papel en la película pro-régimen franquista Raza. Esta actriz y directora era una persona con fuerte personalidad y un pensamiento propio en el que convivían ideas conservadoras con un sensible humanismo profundamente empático, fue una persona abierta y versátil que trabajó, entre otras personas, con Federico García Lorca y vio tristemente como uno de sus proyectos teatrales no pudo ver la luz por el cruel asesinato del dramaturgo y poeta. Amaba el género documental y se interesaba profundamente por los problemas e ilusiones de la juventud e infancia española, lo cual está claramente reflejado en esta película, que, sin dejar de ser ficción, utiliza muchos ingredientes de la narración documental.
La dictadura no censuró su obra como directora, pero intentaba relegarla a lugares olvidados. Por ejemplo, catalogó, en un principio, Segundo López, aventurero urbano en tercera categoría, lo que dificultaba en gran medida su distribución en los diversos cines españoles. Fueron la propia Ana Mariscal y su marido Valentín Javier García Fernández quienes se fueron desplazando por diversos territorios españoles para hablar con los cines y hacer posible su proyección en los mismos. La popularidad de Ana Mariscal como actriz les ayudó mucho en la tarea.
Ana Mariscal no dudó ni un instante en hacerse directora y en contar las cosas con el filtro de su propio sentir y su forma de interpretar la realidad, eso también le volvió una persona incómoda para un sistema político que no se caracterizaba por la empatía y por valorar la libertad de las personas, especialmente la de las mujeres.
Merece la pena rescatar del baúl de los recuerdos esta joya cinematográfica y verla con una mente abierta. Es de agradecer el muy valioso trabajo que han llevado a cabo los organizadores de la XVI muestra de cine y derechos humanos de San Sebastián de los Reyes en colaboración con el ayuntamiento de este municipio y el brillante coloquio posterior con la participación de David García, hijo de Ana Mariscal, Lucía Tello, escritora cinematográfica que ha colaborado en la obra El universo de Ana Mariscal: Una pionera en el cine español y Jaime Iglesias Gamboa, coordinador de la Muestra de Cine y de Derechos Humanos. Más películas y series
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