Magazine SLV. Artículo de Laura Ramos
La Viu, Universidad Internacional de Valencia, ha estado llevando a cabo unas jornadas dedicadas a los discursos de odio a los que no me pude incorporar, como espectadora, hasta su última sesión: “I Jornadas Discursos de Odio: Mesa Redonda “El racismo normalizado: el caso del pueblo gitano”. La satisfacción con la conexión por mi parte ha sido inmensa y aspiro a poder conectarme a futuras jornadas de este tipo con más asiduidad.
El Decano de la Facultad de Artes, Humanidades y Comunicación de VIU, Joan Manuel Oleaque, moderó una sesión con tres figuras relevantes ligadas a la etnia y cultura gitanas: Joaquín López Bustamante, comunicador y gestor cultural, Silvia Agüero, actriz y activista gitana y Ricardo Borrull, maestro, especialista en educación intercultural. En esta sesión, que tuvo lugar durante aproximadamente una hora y medía del día 21 de septiembre de 2023, se analizaron de forma sencilla, pero muy eficaz, las maneras en las que las personas de la etnia gitana son discriminadas.
Foto: Laura Ramos
Probablemente no hay racismo más normalizado en España que el racismo contra el pueblo gitano. Es algo tan cotidiano que la inmensa mayoría de personas ni siquiera se dan cuenta de que se trata de racismo. Existen unas 800.000 personas de etnia gitana en España que son percibidas, con enorme facilidad, como elementos antisociales, sucios, criminales de una forma generalizada. El estereotipo que recae sobre las personas gitanas no deja espacio a una reflexión que permita ver que las personas gitanas son tan diversas como las no gitanas Debemos tener que en cuenta que, si bien aspectos como el fracaso escolar son muy mayoritarios en los niños y niñas gitanas, las causas que lo explican en mayor grado son las de la exclusión y la discriminación social. Muchas veces es una pescadilla que se muerde la cola: cuando más excluida y estigmatizada se siente una persona, más tiende a autopercibirse como una persona no valorada por su entorno y ello dificulta más su participación en la sociedad e interacción con los demás.
En la niñez la marginalización o marginación del pueblo gitano y el hecho de que varios compañeros y profesores les dejen de lado deja una huella profunda en los niños y ello les acompaña todas sus vidas. Con los años, las personas adultas gitanas, han aprendido a manejar mejor sus emociones ante las discriminaciones cotidianas y les permean menos, pero, varias de ellas, no sienten que deban asumir que se trata de algo aceptable y permisible. Que algo sea común y considerado “lo normal” no hace que sea justo ni bueno.
Ningún problema complejo tiene fácil solución, pero es necesario que las personas seamos más abiertas a cuestionar nuestras propias ideas preconcebidas, las enseñanzas recibidas y aprendamos a no tomar experiencias particulares, aunque sean varias, como algo universal. Es necesaria una lente más amplia con la que mirar los problemas sociales en general, antes de caer en el prejuicio simplista y en el rechazo social. A veces, algunas personas gitanas pueden provocar problemas, pero no necesariamente muchos más que los que pueden crear otras personas y sería muy bueno que intentásemos preguntarnos por las causas de ello. Quizás nos llevemos sorpresas.
Si queremos asomarnos a conocer personas nuevas para comprender mejor el mundo seguramente sea buena idea escuchar a personas gitanas, conocer sus historias, sus luchas cotidianas, sus creencias y miedos. Veremos mucha más humanidad que la que nos han contado con casi total seguridad, aunque, como toda persona en la Tierra, puedan tener defectos y aspectos no tan buenos. No exijamos perfección a las personas que nos parecen diferentes a lo que estamos acostumbrados a integrar en nuestras vidas para aceptar su derecho a ser, existir y vivir con dignidad.
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