Magazine SLV. Gastronomía. Siempre es una buena excusa reunirse con amigos, disfrutar de risas y compartir deliciosos momentos alrededor de la mesa. Y qué mejor lugar para hacerlo que en La Giralda, un encantador rincón de Andalucía, ubicado en la calle Claudio Coello de Madrid. En esta ocasión, éramos cuatro comensales, un cuarteto que aspiraba a una velada de deleite y satisfacción culinaria: Isabel, Ana, Natalia y quien escribe estas líneas. Entre risas, compartimos platos exquisitos, como unas maravillosas tortillitas de camarón, unas estupendas croquetas caseras de langostinos, croquetas de jamón ibérico y un delicioso cazón en adobo.
Entre carcajadas y algún que otro comentario divertido, nos sorprendía la atención que despertábamos en los demás comensales mientras, en una conversación animada, nos disponíamos a iniciar la degustación. Debatíamos cuál era la mejor croqueta, si las tortillitas tenían el tamaño adecuado o si eran tan grandes que resultaba un placer probarlas. Todo esto mientras decidíamos con qué vino acompañarlas y qué sorpresa nos aguardaba en los postres.
Ana nos reveló dos detalles bastante interesantes: que era el único local de la zona abierto los lunes y que, todos los viernes por la noche, alrededor de las 11:30, La Giralda ofrecía una actuación de flamenco tan elegante y apasionada que el vello se erizaba al escuchar a la talentosa Isabel Luna interpretar con una intensidad única.
Pasarón unos minutos hasta que se unió a nuestra charla el fundador y alma de La Giralda: Carmelo Espinosa y comenzamos a charlar
Pregunta: ¿Carmelo, cómo comenzó tu aventura gastronómica? Creo que fue allá por 1976, con un pequeño restaurante en la calle Hartzenbusch, ¿no?
Respuesta: Sí, así es. Empezó como una freiduría. Sin darme cuenta, me convertí en pionero de las freidurías andaluzas de calidad en Madrid.
P: ¿Y cómo fue el proceso?
R: Mi concepto innovador tuvo tanto éxito que pronto abrí otros locales con el mismo nombre.
P: Carmelo, si hay un lugar que respira magia taurina, es este, sin duda. ¿Y sabes por qué te lo digo? Porque soy un gran aficionado a los toros?. No te voy a pedir que des un capotazo ni nada de eso, pero de verdad, ¿Este lugar contiene una esencia especial. Esa magia se debe a ti?.
R:Bueno, esa magia la empecé a crear desde pequeño, cuando fui novillero. Aquí he puesto toda una pequeña historia de mi vida.
P: Gracias a eso, Carmelo, ahora podemos degustar estas maravillosas frituras y otras delicias que llenan siempre las mesas. ¿Sabes lo que significa?
R: Afortunadamente, gracias a mi familia, a mis hijos, al personal que tengo, y a una cocina que funciona de maravilla, llegamos a tener siete restaurantes en Madrid. Sin embargo, ahora solo queda este, porque mis hijos dijeron que debíamos simplificar. Hoy en día es muy difícil encontrar personal cualificado.
Con la crisis de 2008, luego la pandemia, todo se complicó. Aquí tenemos 700 metros de local, y aunque podríamos haber seguido con otros, se hizo insostenible. La hostelería ha cambiado mucho.
P: Carmelo, te hago una pregunta, quizá un poco directa: ¿verdad que es difícil encontrar profesionales?
R: Es complicado, porque los buenos profesionales ya están cerca de la jubilación. Yo tengo empleados que han trabajado conmigo por más de treinta años, y pronto se retirarán. Eso, claro, afecta.
La nueva generación necesita aprender y adaptarse a nuestro estilo: ser amable, atento y cariñoso con los clientes. Porque no se trata solo del producto, sino también del trato, de saludar, de hacer sentir a la gente bienvenida, de transmitir la esencia de este lugar. Eso sí es importante.
La suerte que tengo es que tengo a mis cuatro hijos conmigo, y eso cuenta mucho.
P: ¿Por qué crees que la barra no es tan popular? Ana y yo hemos estado comentando que, como buenos madrileños, nos encanta estar en la barra con una cervecita y una tapa ¿Pero aquí parece que no se llena tanto?
R: ¿Te lo digo? El problema fue la pandemia, cuando prohibieron el servicio en barra. Entonces, aproveché para poner mesas, y desde entonces, la barra quedó en segundo plano. Sé que a muchos clientes les gusta, pero, sinceramente, las cosas han cambiado. Los clientes de ahora prefieren estar sentados en las mesas, y con sus teléfonos. Ya no hay el mismo ambiente de barra.
El público aquí es variado, muchos son extranjeros y prefieren sentarse. La gente se distrae con sus móviles y ya no interactúan como antes. Eso ha afectado mucho el uso de la barra.
R: ¿Carmelo, quizá deberíamos probar con algo novedoso?. ¿Qué tal una caja al entrar para que los clientes dejen sus teléfonos? Algo similar se hace en Estados Unidos, y así la gente se desconecta.
P: Aunque entiendo que puede no gustarle a todos, como a Natalia, que viene buscando el ambiente de barra. Pero si alguien me pide dejar el móvil, no tengo problema en hacerlo. Podríamos intentarlo, para que el ambiente sea más cercano, como en los viejos tiempos.
P: Entonces, Carmelo, ¿qué podemos esperar los viernes por la noche en La Giralda? Cuéntanos.
R: Tenemos un espectáculo maravilloso: una cantante que lleva cinco años con nosotros, acompañada de su grupo.
P:¿Te he visto, Carmelo, arrancarte a bailar sevillanas?. ¿Carmelo lo das todo en el escenario y en la sala?.
R: Sí, Porque, si no bailo los viernes por la noche, siento que me falta algo. Disfruto mucho de estos momentos.
P: Pues nos vemos el viernes por la noche, Carmelo. ¿Te veremos bailar?
R: Por supuesto, algo de flamenco, sin problema.
P: ¿Y sin teléfono?
R: Claro, como lo acordamos.
Es un placer, Carmelo. Gracias
¡Que disfruten mucho!
Carmelo llegó al mundo de la hostelería por casualidad: dejó Almería con el sueño de triunfar como novillero y, tras pasar por Barcelona, se estableció en Madrid. Sin embargo, al combinar su incipiente carrera taurina con el trabajo de camarero, su vida dio un giro inesperado. El éxito de su primer restaurante le inspiró a abrir nuevas sucursales, llegando a contar hasta con cuatro locales de La Giralda en Madrid. A pesar de la crisis de 2008, hoy sigue en pie el emblemático local de Claudio Coello.
La decoración de La Giralda es un homenaje a la pasión de Carmelo por el mundo taurino y su tierra natal. Al cruzar sus puertas, uno es recibido por una estética tradicional andalusí, llena de azulejos pintados, detalles en forja y escenas taurinas. El restaurante cuenta con dos plantas y un reservado íntimo, ideal para disfrutar de una experiencia acogedora y auténtica.
En la carta de La Giralda, Carmelo ha rendido tributo a las distintas provincias andaluzas, ofreciendo una selección de platos emblemáticos que destacan por su calidad. Desde chacinas, frituras, carnes y pescados, hasta sabrosos arroces, cada platillo refleja el sabor de Andalucía. Para acompañar, su extensa carta de vinos y la tradicional manzanilla son opciones imprescindibles.
Entre los postres caseros destacan la leche frita, los piononos de Santa Fe y los magníficos crepes suzette, que son el cierre perfecto para una comida inolvidable. Tras más de cuarenta años al frente, Carmelo sigue transmitiendo su entusiasmo por Andalucía y la gastronomía en cada visita a La Giralda, ahora acompañado de sus cuatro hijos, María, Germán, Paco y Carmelo, quienes representan la nueva generación que continuará su legado.
La Giralda es más que un restaurante; es un pedacito de Andalucía en Madrid, un rincón con identidad propia que, a través de su cuidada propuesta gastronómica, transporta a los comensales a una tierra llena de alegría, sabor y autenticidad.
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