Magazine SLV. Crítica de la obra de teatro representada este sábado en el TAM
El Teatro Adolfo Marsillach acogió este sábado la obra ‘Finlandia’ con un lleno absoluto en el patio de butacas. La expectación entre los presentes por ver un trabajo rompedor cumplió las expectativas. Y es que Irene Escolar e Israel Elejalde se dejan la piel para interpretar a dos personas separadas y que no paran de echarse cosas en cara durante la función. No es una ruptura al uso ni mucho menos.
Foto: Teatro Kamikaze
Helsinki, invierno, 4 de la mañana. Israel ha recorrido 4000 km en coche para llegar a una habitación de hotel y decirle a su mujer Irene: “Levántate”. Así, de forma torrencial y beligerante, comienza el fin de una historia, donde el pasado no es lo que era y donde no hay futuro común. Una madre y un padre discuten la custodia de su hija mientras van haciendo del otro una cavidad donde verter su relato, hasta desbordarla.
La sinopsis deja clara la mala relación de dos protagonistas. Sin embargo, vivirlo en directo es un ejercicio no apto para mentes sensibles. Los gritos, insultos y degradaciones humanas están presentes sin descanso donde se ve claramente la miseria humana de querer siempre tener la razón. A destacar también la escenografía y los sonidos, claves para dar una mayor verosimilitud a una historia que pasa los límites de la buena educación. Una connotación que en el contexto de esta obra de teatro es una virtud innegable.
Siempre se dice que el arte tiene que hacer reflexionar. Sin duda, ‘Finlandia’ lo consigue. Los celos, la traición y el egocentrismo llevan al espectador a un universo donde lleva a pensar si el amor acaba convirtiéndose en odio por la estupidez humana.
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