Videojuegos y fascinación por la velocidad
La película «Gran turismo» presenta una premisa intrigante al combinar la fascinación por los videojuegos y el mundo del automovilismo profesional. Sin embargo, a pesar de su prometedor enfoque, la ejecución de la trama y la caracterización de los personajes dejan mucho que desear.
El filme tiene un comienzo interesante del protagonista, Jann Mardenborough, interpretado por Archie Madekwe, un joven apasionado por los videojuegos que aspira a convertirse en piloto de carreras. Sin embargo, la transición de Jann de un jugador de videojuegos a un piloto real se siente apresurada y poco convincente. La relación entre Jann y su mentor, interpretado por Orlando Bloom, carece de profundidad y desarrollo, lo que afecta la autenticidad de su conexión y su papel crucial en la historia.
La película también se enfrenta a problemas de ritmo y desarrollo de personajes secundarios, como el entrenador interpretado por David Harbour, quien podría haber aportado una dimensión adicional a la narrativa, pero lamentablemente se queda en una interpretación poco memorable.
Aunque se promociona como una película de acción y adrenalina, las secuencias de carreras carecen de la emoción y la tensión que se esperarían en un género centrado en el automovilismo. Las escenas de carreras en la pista no logran capturar la emoción y el peligro inherentes a las carreras, lo que hace que la película carezca de impacto visual y emocional.
En resumen, el film desaprovecha una premisa interesante al no profundizar lo suficiente en sus personajes y su desarrollo. A pesar de las buenas intenciones, la película carece de la emoción y el suspense que se esperaría de una historia sobre un joven que supera las probabilidades para convertirse en un piloto de carreras profesional.
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