18 de octubre de 2024

La psiquiatrización de lo cotidiano: Una reflexión en el Día Mundial de la Salud Mental

Magazine SLV. San Sebastián de los Reyes. En el Día Mundial de la Salud Mental, es esencial abordar la situación actual del malestar psíquico, un tema que abarca diversas problemáticas y no solo los trastornos mentales. El uso de psicofármacos o drogas legales, la psiquiatría biologicista y la influencia de las grandes farmacéuticas, son cuestiones que no solo tienen un impacto económico, sino también social, afectando a amplios sectores de la población.

Vivimos en un mundo cada vez más competitivo, donde se antepone la inmediatez sobre la paciencia, y el éxito personal y profesional parece tener que ser instantáneo. Este entorno ha generado un aumento en problemas relacionados con el malestar psíquico: depresión, hiperactividad, dificultades para gestionar las emociones, entre otros. Ante estos desafíos, surge una reflexión: ¿Estamos psiquiatrizando lo cotidiano?

Cada vez más, recurrimos a psicofármacos y terapias rápidas para enfrentar situaciones de la vida que tradicionalmente implicaban procesos emocionales complejos, como el duelo ante una pérdida, el despido de un trabajo o una ruptura sentimental. La sociedad actual parece querer evitar el sufrimiento a toda costa, viéndolo como algo que debe eliminarse rápidamente en lugar de enfrentarlo y aprender de él.

España es uno de los países donde más se prescriben y consumen psicofármacos en el mundo. El malestar psíquico y las enfermedades mentales se han convertido en un lucrativo negocio. En las últimas décadas, lejos de disminuir, los casos han aumentado considerablemente. A pesar de esto, no se ha desarrollado ningún nuevo psicofármaco en más de 40 años; los medicamentos actuales son versiones modificadas de aquellos descubiertos en la década de los sesenta. Este enfoque refleja una corriente de la psiquiatría que se centra en la biología, argumentando que los trastornos mentales solamente son causados por desequilibrios químicos en el cerebro y, por lo tanto, deben ser tratados con medicamentos.

Los trastornos mentales se han convertido en un «cajón de sastre» donde cualquier malestar puede encontrar cabida, en gran parte debido al uso del DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales). Este manual ha tratado de homogeneizar todas las patologías sin diferenciar su origen —biológico, psicosocial, emocional o ambiental—, lo que ha llevado a que muchas personas sean etiquetadas y condenadas al ostracismo y al estigma social.

Las grandes farmacéuticas, en connivencia con ciertos sectores de la psiquiatría, han contribuido a la cronificación de pacientes, que acaban desarrollando una dependencia de estos medicamentos, en definitiva, drogas legales. El sistema es tan lucrativo y global que resulta difícil detener esta dinámica o cambiar de rumbo.

Esta visión biologicista de la psiquiatría, que prioriza las supuestas causas neurobiológicas de los trastornos mentales, minimiza los factores ambientales y sociales. Ignora, además, que la recuperación y superación de una enfermedad mental es posible si se combinan terapias con una preparación adecuada para que las personas retomen sus vidas, enfrentando nuevos desafíos con herramientas psicosociales. Sin el apoyo adecuado, muchos pacientes recaen, enfrentándose de nuevo al estigma y al rechazo social.

Es crucial concienciar a todos los sectores de la sociedad de que la recuperación es posible. Necesitamos enseñar a las personas a vivir, a tomar mejores decisiones y a pensar de manera saludable. Solo así podremos enfrentar la creciente psiquiatrización de lo cotidiano y ofrecer alternativas más humanas y comprensivas para gestionar el malestar psíquico.

*DSM: Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales.